febrero 05, 2024

Patos: dos años en Arenas Petroliferas - Reseña

Desde hace un año, Kate Beaton no para de recibir reconocimiento y elegios por este trabajo; y es que diría que ha ganado algún premio en todas las galas en las que ha participado. Premios tan prestigiosos como los Canadian Reads o los Premios Eisner. Incluso el propio Barck Obama lo recomendaba como uno de los mejores libros del 2022. Pero ¿a qué se debe tanto revuelo?

Beaton nos cuenta a través de sus páginas su experiencia personal durante dos años en explotaciones petrolíferas. Su historia comienza cuando debe afrontar el pago del crédito que pidió para poder cursar sus estudios universitarios. Estudios que no le dieron herramientas suficientes para poder afrontar semejante deuda, por lo que se ve obligada a viajar al oeste de Canadá a trabajar en las explotaciones petrolíferas. De este modo podrá conseguir abundante dinero y, lo que es más importante, lo podrá conseguir rápido para así poder comenzar cuanto antes su carrera en letras, que es lo que realmente le gusta. Pero lo que mucho vale mucho cuesta, y se encontrará ante una dura labor, con jornadas a destajo y duras temperaturas.

Por si no tuviera suficientes dificultades, se le presentará una nueva con la que ella no parecía contar – o no del todo – es una mujer en un entorno en el que la presencia masculina es mayoritaria. Además, podéis imaginar que no se tratará de hombres especialmente educados. Por tanto, el acoso, menosprecio e incredulidad estarán a la orden del día.

Observad que en solo la sinopsis de la historia ya se pueden identificar varios elementos a criticar. Primeramente, tenemos el sistema de becas universitarias en Canadá – que, aunque se nos haga un poco ajeno, vemos que no difiere en exceso del EEUU –. La dicotomía entre la explotación petrolífera como único medio para poder hacer fortuna y el medio ambiente, quizá no sea muy evidente al comienzo de la historia, pero a medida que la lectura avanza va haciéndose palpable. Y, finalmente, el evidente machismo.

A este respecto quiero comentar dos posturas ante este apartado. He oído comentar que este es un tebeo que toda mujer debe leer, por el fiel retrato que plantea de la sociedad. No soy mujer, y quizás sí que sea así; pero opino que este tebeo es indispensable para todos los hombres. De este modo podremos identificar en nosotros mismos actitudes que, aunque no tienen por qué hacerse con mala intención, pueden ser nocivas y perjudiciales para la integridad de las personas que tenemos al lado.

A su vez, y al hilo de lo anterior, he llegado a leer que este es un tebeo mediocre y que solamente se alaba por ser un exponente de la “cultura woke” tan imperante hoy en día. Con todos mis respetos, pero este es el modo con el que rápidamente se identifica a las malas personas. Es cierto que el comic no es perfecto, y comete ciertos errores como algunas perdidas de rácord, o querer abarcar demasiados elementos dentro de la misma obra. En ese sentido es un trabajo muy extenso, y es una tarea colosal darle vida sabiendo que es el trabajo más ambicioso de su autora. Puedo comprender que el dibujo no agrade a todo el mundo, pero de ahí a decir que es malo, es de no haber leído mucho comic. En lo que en narrativa se refiere apenas hay fallas, y es muy inteligente compensar la simpleza de la viñeta con poco dialogo; por lo que esa es una crítica un tanto invalida y subjetiva.

Sea como fuere, el ejercicio que la autora canadiense plantea es absolutamente desgarrador, y querer simplificarlo en “ya está otra vez el mainstream quedando bien para vender” es incluso escandaloso. Denota que este lector o bien no ha entendido la obra, o bien no ha dejado de leer el tomo al primer atisbo de feminismo – lo cual parece más probable –. Más aun sabiendo que Beaton reitera que esta es su experiencia personal y que no necesariamente todo entorno petrolífero es así.

Desgraciadamente, puede que no de forma tan extrema, pero a día de hoy los entornos industriales siguen manteniendo mucho de lo que se señala en el comic. Puede que gracias a las redes sociales y a los dispositivos con cámara se denuncien y expongan más que en aquella época (la tecnología ha evolucionado mucho desde 2005). No obstante, es una realidad que sigue existiendo y por es ello que este tipo de obras son absolutamente necesarias aun hoy.

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