“No hay buenos ni malos, las personas somos una escala de
grises con nuestras luces y sombras”. Ese es el mensaje que los autores nos
quieren transmitir en esta obra. Para ello se valen de un tema particularmente
delicado, aunque típico en las obras de Yann Le Pennetier: cómo vivió el
pueblo alemán la segunda guerra mundial.
La obra nos presenta a tres niños (Werner, Hanna y Max) que
viven su adolescencia durante el auge del partido nazi en Alemania. Los tres
amigos viven en la zona de Silesia, hoy región de Polonia en su mayoría (además
de República Checa y Alemania), pero en aquél entonces lo era de Alemania. Esta ha
sido una zona históricamente muy cambiante, por lo tanto, pese a vivir en la misma
población, el origen los tres protagonistas es muy diferente. Esto marcará
fuertemente la percepción y opinión de cada uno de ellos con respecto al nazismo,
y será el pretexto para que tomen caminos diferentes según van creciendo. No
obstante, los tres están unidos de alguna manera, y veremos cómo sus caminos se
entrelazarán durante la guerra.
La historia nos presenta muy bien cómo la sociedad de aquel
entonces estaba dividida. Obviamente, se presentan elementos propios de este
tipo de historia “bélico-costumbrista” situada en la Alemania de esta época:
represión a los judíos (u otras etnias y/o culturas diferentes a las alemanas),
la radicalización de la juventud, la imposición de la pertenencia al partido
nazi… Lo que hace que esta obra destaque en este género es que no se ciñe a
contarnos una historia de forma maniquea; es decir, los personajes no viven a
favor o en contra del nacionalsocialismo, sino que se posicionan a favor de
ciertos aspectos y en contra de otros. Esto hace que los personajes tengan un
mayor desarrollo y profundidad, planteándoles dilemas morales, éticos, etc.
Es cierto que algunos de los personajes que aparecen en la
obra fueron personajes reales (como Hanna Reitsch o Adolf Galland);
pero el guión de Yann no se ajusta a las vivencias reales de estos. Le
Pennetier coge pequeños elementos de la vida real de estos personajes, pero
el desarrollo de la historia es absolutamente (o al menos en su mayoría)
ficticio, y todos los aciertos en esta ucronía son en realidad mérito del autor.
Otro aspecto para destacar es la manera que el escritor tiene
de plasmar su afición por la aviación. Gran parte de la trama gira entorno a la
aeronáutica, y es que el conocimiento del autor sobre aviones es excepcional, cosa
que puede ser un arma de doble filo. Ciertamente, es una temática para un
pequeño nicho de lectores, y si juzgamos de forma superficial la obra, cabe
pensar que este tema abarca más la obra de lo que realmente hace; lo cual
puede causar un poco de rechazo inicial. En cualquier caso, la aviación se
presenta como un plus a la historia para aquellos aficionados como lo es Le
Pennetier.
No obstante, el conocimiento del guionista no sería tan
llamativo si no se compenetrara con el increíble trabajo de investigación que Alain
Henriet ha llevado a cabo para dibujar la obra. A diferencia de Yann,
Henriet no es (o no era hasta el momento) un gran aficionado de la
aviación, por lo que tuvo que realizar un estudio remarcable, no sólo de los aviones
de la época, sino de vestimentas (militares y civiles), armas, medallas… Para
ello se valió de la ayuda de varios expertos en la Segunda Guerra Mundial, de
modo que la veracidad de los elementos que componen la obra es asombrosa.
Además, el estilo más clásico de la BD propio del dibujante (pese a que él se
consideraba más moderno) hace que sea perfecto para este tipo de tebeo de
carácter histórico. Al igual que con el guion, los personajes no se ajustan a
su versión real. Alain ha querido hacer su propia versión de estos
personajes; eso sí, respetando pequeños elementos característicos (un bigote,
por ejemplo). Por poner un ejemplo, la verdadera Hanna perdió la nariz
en un accidente, cosa que en el comic no pasa.
Finalmente, Usagi es el tercer vértice en este
triángulo creativo; esencial para darle a la historia la veracidad que se merece.
El empleo de los colores apropiados es muy difícil de conseguir en este tipo de
obras, ya que las fotos de la época son en blanco y negro. Por lo tanto, el
trabajo de investigación es exageradamente extenso, para lo cual tuvo que rodearse de
manuales de moda de la época, eruditos de este conflicto, etc.
A su vez, dado que se trata de una historia del pasado, la paleta de colores que utiliza en las vestimentas no es fuertemente impactante, pero sin caer en tonos sepia. Es remarcable que la paleta de colores es coherente en toda la obra, ya que la historia se cuenta en dos tiempos y no varían los colores para diferenciarlos; es decir, no cae en el típico recurso de utilizar una paleta para cada tiempo, si no que utiliza la misma durante toda la obra. Usagi utiliza otro tipo de recursos para diferenciarlos de forma magistral (resaltando los tonos verdes en el pasado y los rojos en la guerra ), haciendo que en ningún momento el lector se siente descolocado.
Estos tres autores han conseguido ofrecernos una historia muy completa. Es difícil juzgar qué es mejor, el apartado visual o el narrativo; ya que el dibujo y el color son deliciosos. Han sabido contar sucesos duros y difíciles de una forma visualmente incluso agradable. El guion, por su parte, hace que no pares de reflexionar qué harías en la situación de cada uno de los protagonistas; ya que el bien y el mal son absolutamente relativos. Son este tipo de momentos trágicos donde queda palpable la ambigüedad de las personas según la situación, entorno, bagaje… Absolutamente recomendable.
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