Escrita por el autor noruego Henrik Ibsen, “Un
Enemigo del Pueblo” es un relato atemporal que sirve como advertencia del
peligro de las masas, la asidua falsedad que esconde la frase de “el bien
común”, y la fina línea entre la demagogia y el totalitarismo. El adjetivo de
atemporal es una de sus características más evidentes, pues el relato original
se escribió hace más de 100 años y, sin embargo, sus enseñanzas siguen
absolutamente vigentes a día de hoy.
Planeta Comic nos trajo el pasado marzo la adaptación
de este relato por parte del autor Javi Rey, quien lo ha adaptado en estética a
tiempos algo más modernos. No obstante, la obra en esencia se encuentra intacta
dentro del tebeo.
El relato nos sitúa en una isla, inespecífica, en la que se
sitúa un balneario de aguas termales. Este balneario es un reclamo turístico
importante y una gran fuente de ingresos para esta localidad, por lo que muchos
son los interesados en el éxito de este; entre ellos, el señor alcalde. Sin
embargo, el médico del balneario (quien es a su vez hermano del alcalde), ante
los incesantes problemas en la piel de cada vez más clientes, decide analizar
el agua de baño. Es entonces cuando descubre que las aguas termales están
contaminadas, y que el baño en ellas supone un grave riesgo para la salud
pública; chocando así directamente con los intereses de su hermano.
Sin entrar en mucho detalle, a partir de este momento, la
historia nos ofrece un ejemplo de cómo el poder es capaz de acallar e incluso
manipular a las masas a su antojo, aislando y marginando a la voz que lucha en
su contra. De ahí la frase con la que abríamos esta reseña. No obstante, el
relato no se ciñe a una visión pesimista de este tipo de luchas; demuestra a su
vez la necesidad de esta búsqueda del cambio. El tebeo invita así a una sesuda
reflexión acerca de la existencia de temas que, muchas veces por pereza o
desinformación, dejamos pasar a la ligera por evitar la confrontación.
Por otro lado, creo que es digno destacar que en el tebeo no
todo es blanco o negro, y así lo refleja Javi Rey poniendo ciertas afirmaciones
en boca del médico. No todo lo que este dice o hace es lo correcto, y nos sirve
de ejemplo de cómo este tipo de discursos pueden fácilmente desembocar en
radicalismos. No he leído el relato original y no estoy seguro de esto; pero
diría que esto es acierto del propio Javi Rey, ya que para la época en la que
escribió Ibsen la errática de este discurso no se podía contemplar al no
haber existido praxis de ciertas corrientes de pensamiento. Corrientes que a
día de hoy sí que hemos vivido.
Por su parte, el dibujo lo catalogaría como sencillo. Se
caracteriza por el uso de una línea clara, con paleta de colores muy básica
pero muy eficaz. Su narrativa es exquisita, de hecho, muchas viñetas apenas
tienen texto; lo cual conjugado con el acabado del dibujo da como resultado un
acabado gráfico impecable.
Una lectura poco usual en el mar de novedades editoriales que se publican todos los días, con un cierto poso y reflexión. Lamentablemente es este mismo mar el que la ha engullido y ha hecho que pase sin pena ni gloria, dejando así tapada una gran obra que realmente podría haber supuesto el antes y el después para muchos lectores. Especialmente, aquellos que no acostumbran a leer ejercicios tan sesudos. Esperemos que esta reseña llegue a alguien que decida darle un tiento a esta magnífica obra.
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