Si bien vimos una evolución en la complejidad de la trama
entre el primer y segundo volumen de la trilogía, este tercer tomo plantea una
trama especialmente compleja. Y es que, “Yo, Mentiroso” realiza una fotografía
de la situación política y social española impecable. De hecho, la mayoría de
los personajes que en este aparecen son claros trasuntos de figuras tan
importantes de la época como Pedro Sánchez, Soraya Sáenz de Santamaría o el
propio presidente del gobierno Mariano Rajoy.
Sin embargo, nuestro protagonista es el asesor del gabinete
de comunicación del PDP – claro trasunto del PP –, Adrián Cuadrado. La carrera
de este hombre está más difícil que nunca, ya que la historia nos sitúa en la
situación equivalente a la que vivió el Partido Popular durante los juicios a
los participantes de la trama Gürtel. Como podéis imaginar su trabajo se
fundamenta en limpiar la imagen del partido, lidiar con presuntos suicidios de
muchos de sus dirigentes y, directamente, con el asesinato de acusados a punto
de confesar.
Al poco de empezar a leer la obra pensaba que la lectura
envejecería mal a lo largo de los años, ya que considero que para comprenderla
del todo hay que estar muy al día sobre los años en los que se desarrolla la
trama (o haberlos vivido). Con el paso del tiempo, esos años irán quedando
atrás e irán diluyéndose con nuevas tramas políticas. En parte sigo pensándolo, y confieso que
tengo mucha curiosidad de saber cómo se recibirá la obra en uno años. No
obstante, y es ahí donde creo que radica su acierto, la historia nos brinda una
imagen del detrimento del panorama político; y no solo en el ámbito nacional. Queda
claramente evidenciado que los partidos políticos son un mero formalismo, las
decisiones se toman a pueta cerrada y entre las mismas personas, moldeando el
mundo que les rodea a su antojo. Todos quieren tener su porción del pastel,
pero cuando lo consiguen nada cambia. El objetivo es conseguir el poder, no
utilizarlo para nada.
En otro ámbito, he de decir que me ha encantado la conexión
con los otros dos volúmenes, y cómo quedan bien cerrados los frentes que estos
dejaban abiertos, especialmente “Yo, Asesino”.
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