octubre 10, 2022

Noir Burlesque - Reseña

Mientras unos cuantos lectores esperan con ansia la continuación y desenlace de “Las águilas de Roma”, Enrico Marini da un giro a su carrera y nos presenta “Noir Burlesque”. En esta ocasión dejamos atrás la antigua Roma y nos adentramos en el Nueva Jersey de los años 40-50 del siglo pasado, con ese sabor a mafia, crimen y salón de variedades. La obra se va a dividir en dos entregas, de las cuales Norma Editorial ha publicado la primera siguiendo bastante de cerca la publicación francesa por Dargaud. A día de hoy, aun no se ha anunciado la publicación del segundo número.

La historia nos presenta a Terry “Slick” Cole, un protagonista un tanto arquetípico en este tipo de obra de género negro, pues ha asumido una deuda familiar que no le corresponde, y se adentra en el crimen para poder pagarla. Para colmo, la deuda es con Rex McKinty, un capo mafioso, dueño del cabaret que da nombre a la obra (“Burlesque”), y que no le va a poner fácil concluir con el pago. Por si esto fuera poco, mientras intenta saldar las deudas, un antiguo amor se cruza en su camino: Debbie “Caprice” Hollow, estrella en el salón y ahora prometida de McKinty. Esta situación hace que Slick rechace el trabajo final con el que zanjaba su deuda, desencadenando la trifulca que involucrará incluso a la policía del estado.

El guion es un tanto sencillo, en el sentido de que Marini construye la historia cogiendo los tópicos más típicos del género. Si bien es cierto que el arquetipo de la femme fatale tiene más protagonismo que el habitual, el guionista suizo no inventa la rueda y se ha ciñe a continuar en ella. Esto ha servido de sustento para muchas críticas negativas a la obra. No obstante, hay que reconocer que, sin ser el guion más original del mundo, el suizo nos brinda una buena obra de la que todo el mundo puede disfrutar. Además, el uso de tópicos hace que el lector se quede inmerso en un mundo que le resulta conocido, cosa que Marini sabe y aprovecha a la perfección.

Por otro lado, es posible que el espectador medio esté acostumbrado a este tipo de historias en el cine, mientras que en el comic no son tan habituales; ya que los tebeos de género negro suelen intentar romper con ciertos tópicos. Basta con mirar, por ejemplo, la obra de Ed Brubaker (“Fade Out”, “Reckless”).

Por el contrario, el apartado visual es el que sirve para diferenciar esta obra de otras. El acabado del dibujo es espectacular, hasta el punto de que cada página parece una obra de arte para enmarcar – las malas lenguas insinúan que lo ha hecho aposta para vender originales, pero es que ese es su trabajo –. El color está hecho con unos perfectos tonos sepia, pero resalta ciertos elementos en rojo como la llama del cigarrillo de nuestro protagonista, algunos vestidos o, el elemento más llamativo, el cabello de la bailarina “Caprice”.

La calidad narrativa no se queda atrás pues es tremendamente ágil. En ciertos pasajes tiene un lenguaje muy cinematográfico, por ejemplo, en cierto momento intercala dos historias en paralelo de forma tramposa que dan como resultado un final de escena inesperado. En fin, una absoluta maravilla.

Es evidente que el dibujo no lo es todo en el cómic, ni mucho menos. Sin embargo, el hecho de que esta obra se juzgue por mantener arquetipos del género y no inventar nada nuevo, es un error; más teniendo en cuenta que no ha finalizado. Repetición no es sinónimo de mediocridad. Si así lo fuera, en el mundo solo existirían unas 20 obras; y el éxito del género superheroico sería inconcebible. Obviamente, esta no es una historia de superhéroes, no se ha repetido tantas veces, ni tampoco es tan sencilla. Por eso, si se siguen leyendo superhéroes ¿por qué negarle a este género la oportunidad de volver a disfrutar de él?

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